Kagel: una aproximación

Por Helena Perez Bellas el 21.06.17 en Ensayo

Una lectura despojada sobre una obra compleja y eterna.

¿Cómo se acerca una persona a alguien tan distante, a primera vista, como Mauricio Kagel? Si la curiosidad es el motivo o el entrenamiento del oído es el móvil, la respuesta para un inexperto puede ser la paciencia y rigurosidad. Kagel exige para sí esas dos cosas que parecen ir a contramano del mundo de hoy. Sin embargo queda gente que se convoca aún alrededor de fenómenos que parecen atemporales y son tomados como una forma de resistencia. A toda forma impuesta o manera de vida moderna, se le contrapone un sentimiento que fuga en otra dirección.

Lo primero que se puede hacer para no sentirse expulsado del universo que plantea Kagel, es acercarse a su propia formación. Kagel estudió todo tipo de instrumentos (piano, clarinete, cello) y también entrenó su voz con diversas clases de canto. Antes de su partida definitiva a Europa asistió temporalmente a la facultad de Filosofía y Letras. Pero nunca tuvo una educación formal como músico de cámara o como académico. Kagel tomaba de cursos, clases y amistades para su formación personal, siendo un ejemplo de la construcción del método propio sin estructura.

Previo a radicarse en Europa, Kagel trabajaba en la cinemateca argentina. Una de las primeras cosas que uno puede pensar o imaginar es que Kagel trabaja en su música de una manera cinematográfica, pero su manera es mezclar los fotogramas del film y darles un carácter absolutamente diferente en donde la historia no importa, lo que importa es la imagen de la mano de la estructura musical. La obra de Kagel se ve como una cosa y se escucha como otra. Ese montaje musical anárquico forma parte de la estructura Kagel. Para acceder a la misma, hay que entender que no contamos con los puntos de apoyo que nos provee una historia clásica que cuenta con inicio, desarrollo y desenlace. En la estructura Kagel, todo convive en el mismo plano, la obra es en tanto sucede.

Pensada de esta manera la música de Kagel se aproxima a la vida. Siempre tendemos a pensar que las estructuras en donde nos paramos y en las cuales creemos estarán ahí para siempre. No pensamos ni en la muerte, ni en los accidentes, tampoco en el nacimiento de una vida o en un cambio radical de profesión o trabajo. La vida se impone como se impone la obra de Kagel.

En lo que concierne estrictamente a su obra escrita es recomendable leer Palimpsestos (Caja Negra, 2011) que se lee, en palabras del crítico Gustavo Fernández Walker, como un libro de aventuras. Dividido en Comentarios de obra, Conferencias y Ensayos y Conversaciones, los artículos allí reunidos ayudan a comprender en su totalidad su obra. La primera parte contiene apreciaciones de Kagel sobre su propia y también sobre política y estética. Uno de los más destacado es el artículo sobre El Tribuno (pieza radiofónica para orador político, sonidos de marchas y altavoces) que comienza con una afirmación rotunda de Kagel sobre la política argentina y de América del Sur. Kagel afirma que las fuerzas que mueven las políticas de este territorio son de naturaleza más erótica que heróica. La frase de Kagel cuadra perfecto en la dinámica política actual en donde las pasiones se superponen y le ganan a las ideas. Su palabra escrita entonces es tan contemporánea como su música.

Cabe también señalar cómo Kagel se sirve de anécdotas como herramientas para nutrir sus artículos siendo algunas propias, incluso íntimas y familiares. La fecha de su cumpleaños y los dichos de su madre, la profesión de llorador profesional para funerarias de John Blue, el tango como rechazo y divague sin fin, las lecturas del propio Kagel sobre Mark Twain o los recuerdos de la obra de Shakespeare.

Entonces de a poco vamos descubriendo un Kagel más cercano, que tiene sentido del humor, es abierto y tiende puntos de contacto y sensibilidad para que nos aproximemos sin miedo a su obra. Recorriendo sus propios pasos podemos entender que la curiosidad y la inquietud permanentes llevan a Kagel a construir su obra que sigue siendo, al día de hoy, rica, única y curiosa, entendiéndose como curiosidad un misterio a develar que, como todo lo desconocido, al principio puede asustar un poco, pero levantados una vez los primeros temores, el resultado es la aproximación a una máquina fascinante de música en donde conviven el teatro, la literatura, la construcción de instrumentos y sobretodo–citando al propio Kagel–la alegría de sumarse a perseguir, secretamente y con serenidad, la aventura espiritual.

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